01. Blue Rondo a la Turk
02. Strange Meadow Lark
03. Take Five (Paul Desmond)
04. Three to Get Ready
05. Kathy’s Waltz
06. Everybody’s Jumping
07. Pick Up Sticks
Dave Brubeck: piano
Paul Desmond: saxo
Eugene Wright: contrabajo
Joe Morello: batería
producido por Teo Macero
grabado por Fred Plaut
02. Strange Meadow Lark
03. Take Five (Paul Desmond)
04. Three to Get Ready
05. Kathy’s Waltz
06. Everybody’s Jumping
07. Pick Up Sticks
Dave Brubeck: piano
Paul Desmond: saxo
Eugene Wright: contrabajo
Joe Morello: batería
producido por Teo Macero
grabado por Fred Plaut
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El piano de Dave Brubeck es inagotable: uno se imagina que puede no acabarse nunca, implicando golosamente a otros instrumentos, dando y quitando relevos, percutiendo el aire en un rizo liviano y casi casual de swing grácil, etéreo, tarareable y fresco a la vez, que el saxo de Paul Desmond aditamenta con el toque justo de pop, aunque entonces el pop todavía no existía. Así es Take five, el corte más popular de este "Time Out", el disco que este escribiente descubrió perdido en una biblioteca pública, editada en cd (cuando los cd's acababan de arribar al mercado) y que ahora considera pieza capital de mi modesta, aunque ya pujante, colección de jazz. Brubeck era el anti-divo. No se parece en nada a John Coltrane o a Dizzy Gillespie. Ni musical ni estéticamente. Ni siquiera guarda parecido físicamente. Brubeck es blanco y lleva unas gafas de pasta que lo hacen complemento perfecto para los personajes de Scooby-Doo. Su jazz no es furioso, ni contracultural: es hermoso, limpio, extraido de la banda sonora de un sueño infantil de Louis Armstrong.Desmond era en realidad el compositor de “Take Five”. Fue su pieza notoria, una de las canciones más conocidas del jazz, más populares entre quienes no comulgan (por desconocimiento, por apatía, por pereza, suele pasar) con esta música. Hay en este "Time Out” piezas igualemente memorables en la memoria del aficionado. Está "Blue Rondo a la Turk" o la gloriosa “Kathy's Waltz” que arrrebata por su cadencia clásica revestida de fundamentos dignos de algún Strauss. Pocos discos de jazz (ninguno, siendo estrictos en la aseveración) más luminosos que éste: injustamente devaluado, nació en la época equivocada. Arrasaba el free jazz, el be bop, el jazz de piruetas mágicas, ajeno a la ortodoxia de la melodia y entregado, con vocación rupturista, a la exploración cuasicientífica de nuevos tonos, de lenguajes sofisticados, vanguardistas. El aficionado purista recela de "Time Out" porque representa como ningún otra obra el jazz apropiado por la masa, aceptado masivamente, consignado como material de intercambio comercial. La melodía de “Take Five” todavía se oye en muchos anuncios y fue llevada a ventas masivas por la voz dulce y profunda de Carmen McRae.Que se empeñen en oscurecerlo: razonablemente desintelectualizado, es un disco maravilloso, contagioso, ideal para tutelar conversaciones suaves cuando la fiesta ha acabado y los feligreses departen entre cojínes el júbilo de esa ebriedad dulzona de saberse plenos, divinos casi. Es el disco con glamour del jazz: si uno es inocente y precisa un cierto adiestramiento en el género, éste es el disco ideal. “Take Five” o “Blue rondo a la turk” son las piezas idóneas. Si uno está ya de vuelta y anda metido en viajes astrales de más profunda hondura jazzística, tiene que volver a este disco como quien vuelve a su niñez, a la infancia reventona de juegos en al patio y nubes que pasan. Además (y un además muy importante) es uno de los discos más vendidos en la, en ocasiones, pobretona lista del jazz, dura poquito (38 minutos) y sabe a gloria. Cuando uno quiere sumergirse en terrenos más pantanosos, en experiencias de mayores y más barrocos vueltos (y éste no es, en absoluto, bajo ni leve) que busque a Cecil Taylor o a los discos místicos de Coltrane, que hay en ellos suficiente material como para entretener ( deleitando, claro ) paladares perfectos. Éste no queda a la zaga por mucho que algunos ( atrincherados en la intransigencia, en la pureza, en cierta concepción unívoca de los placeres ) se empeñen.
El mejor disco de todos los tiempos, jazz de la hostia y encima super friendly. Brubeck un genio y Desmond en "Take Five" maravilloso
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