01. Afrique a Leau
02. O Africa
03. Blues D’eau
04. Flaque Nuage
05. O Elvin
06. Flaque Etoile
07. Reggae D’eau
08. Flaque Soleil
09. S.O.S. Mir
10. Flaque Lune
11. Sacrifice D’eau
12. Valse a Leau
Henri Texier: Contrabajo
Francois Corneloup: Saxo barítono
Gueorgui Kornazov: Trombon
Manu Codjia: Guitarra
Christophe Marguet: Batería
02. O Africa
03. Blues D’eau
04. Flaque Nuage
05. O Elvin
06. Flaque Etoile
07. Reggae D’eau
08. Flaque Soleil
09. S.O.S. Mir
10. Flaque Lune
11. Sacrifice D’eau
12. Valse a Leau
Henri Texier: Contrabajo
Francois Corneloup: Saxo barítono
Gueorgui Kornazov: Trombon
Manu Codjia: Guitarra
Christophe Marguet: Batería
Si viajaramos a Africa acompañados por este trabajo, el sonido del contrabajo de Henri Texier sería la tea que ilumina un safari de noche para ver los leones en su ambiente natural, o la celebración de un amanecer naranja. Dueño de un sonido corpóreo y de profundo toque físico y hasta me atrevo a decir musculoso en cuanto a la fuerza de la propuesta, de corte político por el problema del agua en el mundo, el francés hace su reclamo ecológico a partir de éste trabajo. El sexteto suena a pleno, en los distintos cortes del disco, eso sí, la quilla es el francés y las cuadernas (el grupo) sostienen a través de los 12 cortes, ideas y aportes a las composiciones, que hacen al resultado colectivo.También aparecen figuras musicales de indignación, por lo mencionado anteriormente y esto lleva al grupo,como en el corte 2 y 6, a un sonido contrahecho y rabioso, dicho esto último en un sentido encomiástico. La coloratura de la propuesta pasa por distintos estadíos, de la música africana, columna vertebral como sonido y fuente a explorar indefinidamente, al rock más eléctrico, a la improvisasión free, o revisitaciones a la música de su continente. El oyente se dispone a sintonizar distintos canales en los cuales visualizamos y escuchamos, por donde nos saca a pasear Henri y sus guías. Un sonido globalizador, sin caer, por supuesto, en la chamusquina comercial. Los músicos que lo acompañan son excepcionales y no esperemos menos. Francois Corneloup termina por ser la prolongación del sonido de Texier, en cuanto a grosor y gordura , lo que le da personalidad al trabajo, Manu Codjida pasa de ser Ritchie Blackmore, a Dave Fiuczynski o Marlon Brando tocando la criolla, si se lo piden y Christophe Marguet, el Shelly Mane, en la versión compuesta por él para Daktari, se acuerdan, la serie que veía de chico. Guéorgui Kornazov aporta toques aquí y allá con fineza y astucia de zorro, como en el corte Nro 7 donde nos invita a mirar un mar indefinido ( para mí ) el mejor del disco.Un álbum que demanda una escucha atenta y exigente, pero que al cabo de repetidos randoms, de nuestra compactera ( para quienes seguimos escuchando discos, como debe ser ) ofrece placeres, como tomar un vaso de agua helada en una abrasadora siesta de verano, si más sostén, que la audición de un trabajo con un grupo de músicos encaprichados con algo que decir.
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